
Buenos días, personas que leéis libros para hacer de vuestra vida un horizonte más amplio, con mejor criterio y mayor imaginación. Hoy voy a tomar el café matinal de Visibilidad, el gran reto, con un hombre que ha dedicado toda su trayectoria profesional a mejorar la salud mental y el control de las emociones de otros seres humanos y que, hoy en día, escribe poesía. Y si él lo hace, si un hombre así da origen a versos, doy por hecho que son buenos y aconsejables para el pensamiento, en la más amplia acepción de la palabra. Ya tengo el estimulante bien caliente, con un aroma que acompaña para una magnífica conversación literaria entre amigos, y ese humillo que hipnotizada para degustarlo a pequeños sorbos. Buenos días, Enrique:
¿Desde cuándo escribes y qué finalidad te motiva a hacerlo?
Creo que «escribo», desde que me enseñaron a escribir, suena a Perogrullo, pero cuando reflexiono sobre la pregunta me imagino a mí redondeando las letras del abecedario, como si quisiera dibujarlas, en lugar de solo escribirlas entre aquellas dos líneas; líneas que más adelante me parecieron fronteras que quisiera romper y que actualmente rompo a propósito en los poemas. Poemas que primero fueron cartas en prosa poética, sobre papeles sin rayas.
¿Cuántos libros has publicado y cuál de ellos has puesto como referente para el proyecto Visibilidad, el gran reto?
Me han publicado tres libros, «Las drogas. Un viaje de ida y vuelta» en la Ed. Eleffteria (2019). Previo y posterior a él, he escrito en diversos manuales y revistas relacionadas con el dolor y la psico-oncología. En el 2021, se publicó en la Ed. Notting Hill «Cuándo es Mañana», primer poemario y en 2024 «Versos Profanos» en la misma editorial. “Versos Profanos”, es el elegido como referente, solo por ser el segundo parido y como buen segundo, el más rebelde.
¿En qué fecha lo publicaste y qué temática afronta?
“VEROS PROFANOS” se publicó en 2024. Yo habría querido escribir “el Génesis” o el “Cantar de los cantares”; una Cosmogonía, con los dioses y diosas entre los hombres y estos con sus pasiones, sus “pecados” y virtudes. Soy un hombre enamorado de la vida, de la justicia social; de todo ello trata el poemario, de las tragedias y los éxitos humanos, de los deseos “altos y bajos”, de las quimeras, las ilusiones, las esperanzas y desesperanzas. En fin, de la vida.
¿Qué dirías de tu propio libro a un lector para que se anime a adquirirlo?
Le digo: Atrévete a surfear, déjate llevar por el oleaje, sumérgete en esta filosofía de vida en verso, en esta experiencia orgiástica; no te vas arrepentir, nuestro destino no está escrito y en estos versos, quizá halles, no respuestas, solo emociones que, como un terremoto, removerán tu suelo. Todo ello puedes encontrarlo aquí, en estas letras que evocan el paraíso deseado, el paraíso perdido y las utopías añoradas; en un mar de humanismo, mitología y amor.
Dinos una anécdota interesante que te haya ocurrido en tu carrera literaria.
Lo primero que se me suele preguntar es: ¿Qué hace un psicólogo escribiendo poesía?, a lo largo de mi vida profesional como clínico, he compartido, vivido muchas vidas, todo un arcoíris de sufrimientos humanos. Y lo más bonito que he podido escuchar: “Tu poesía es caldito para el alma”, estas palabras recompensan más que cualquier venta.
¿Eres una persona disciplinada que tiene un lugar, horario y costumbres fijas para escribir?
Como buen obsesivo, y la mayoría de mis colegas escritores, llevo una libreta siempre encima. En ocasiones aparece una imagen o una palabra o frase, que de inmediato debo apuntar; estas pueden convertirse en el título del poema o en la idea a desarrollar posteriormente. Como buen compulsivo, una vez que empiezo un poemario no puedo dejarlo y comienza una labor de investigación y elaboración de las metáforas. La ardua labor de convertir la flor en una frase.
¿La carrera literaria ha cambiado tu vida?
A fuer de ser sincero, y como decía Gil de Biedma: “… quería ser poema”, mi vida es un poema extraordinario. Siempre he sido un buen contador de historias, buen en el sentido de fantasioso: Facultad que tiene el ánimo de reproducir por medio de imágenes las cosas pasadas o lejanas, de representar las ideales o de idealizar las reales. Desde el atrevimiento de plasmarlas para el público, perdí lo poco de vergüenza que quizá me quedaba.
Pide un deseo literario para 2025.
Que se nos depare una vida ancha, más que larga, como el viaje a Ítaca, plena de aventuras y que estas sean compartidas en forma de poemas, prosa poética y/o cualquier otra manifestación literaria de esta hazaña recién comenzada, Visibilidad el Gran Reto, y dicho reto continúe como la odisea que ya es. Ahí vamos como Jasón y sus argonautas a por el vellocino de oro. ¡Que los dioses nos amparen y nos protejan en la travesía!
Ya hemos terminado la taza de café y Enrique Bazako ha sido dueño de la palabra, me ha encantado la forma en la que transmite esta pasión que compartimos en Visibilidad, el gran reto, y que ha de llevarnos al objetivo de dar prestigio a la literatura actual desde la pedagogía y el buen uso del verbo. Me despido de Enrique con un gran abrazo, y para todos los lectores, abrazos que unen y embelesan.
