Extracto del ciclo poético de Poesía con Paty
PALABRA DE MUJER
El papel de la mujer en la poesía es muy necesario y poco a poco se ha ido forjando su propio destino.
Pero empecemos por el principio, debido a que un hombre y una mujer tenían que cumplir con los roles de la época, su papel, véase el hombre ser fuerte, luchar por el pan, las aventuras y desventuras y poco límite o ninguno a la hora de hacer o merecer.
La mujer en cambio trabajaba en la casa y criaba a sus hijos. Apenas salía y su papel siempre estaba detrás de un hombre.
Esto es una razón para pensar que al introducirnos en la literatura, el prisma solo tenía una cara, la que nos mostraban los hombres, siempre desde su perspectiva.
La mujer al escribir reflejaba este arduo trabajo para con la casa y los niños. Así las pocas mujeres que escribían lo hacían en secreto, muchas con seudónimo masculino. Eran muchas las que decidían ser monjas ya que en el convento podían escribir. La parte buena de esto es que al leer sus versos reflejaban el hecho de las reglas que las imponían.
Esta es la otra cara del prisma que hasta entonces no conocíamos.
Muchas publicaron bajo seudónimo masculino y algunas si se atrevieron a poner su nombre, aunque esto no las ayudó demasiado.
A través de la poesía, las mujeres podían quejarse o revindicar su lado de libre pensadora. Su vertiente más evocadora respecto al amor y al fin y al cabo su propia historia sin pudor.
Hoy día, hemos conocido a mujeres que fueron grandes poetas y que quedaron atrás y figuran poco en la historia, que también era la suya.
Por eso y por lo que lucharon ellas para hacerse su hueco, hoy las nombramos, las leemos y, sobre todo, las recordamos para homenajear su memoria y que no mueran nunca.

Ahora trasladándome a la edad media os diré que muchas
consiguieron salir de ese círculo y hacer otras cosas, esas cosas “de hombres” que les estaban vetadas, y que aportaron mucho a su sociedad y al mundo. Fueron escritoras, místicas, médicas e incluso constructoras, pero sus vidas apenas se estudian en los libros de historia.
Y en esta investigación encontré a la condesa de día
Cuando en los siglos XI y XII surgieron en Francia las conocidas como cortes de amor y los famosos trovadores deleitaron a su público con cantos al amor cortés, un grupo reducido de mujeres quiso seguir los pasos de aquellos poetas y escribir sus propios versos.
Las trobairitz, o trovadoras, quisieron plasmar en su obra poética los sentimientos más profundos provocados por un amor sublime. Pero así como la historia ha ensalzado a los trovadores convirtiéndolos en personajes indispensables de la Edad Media más legendaria, las trovadoras desaparecieron de cualquier campo de estudio, historiográfico, literario o musical.
Pero las trobairitz existieron, y algunas de ellas escribieron bellísimos versos. Ese fue el caso de la misteriosa Béatrice de Die, Beatriz de Dia.
Se sabe muy poco de esta trovadora que en sus versos hablaba del amor, pero de un amor práctico en el que la dama elije a su caballero y toma la iniciativa de la relación. Se llamaba Beatriz y estuvo casada con Guillermo de Poitiers, pero se enamoró de Rimbaud de Orange y a él dedicó toda una serie de bellas canciones.
Poema de Beatriz
He estado muy angustiada
por un caballero que he tenido
y quiero que por siempre sea sabido
cómo le he amado sin medida;
Ahora comprendo que yo me he engañado,
porque no le he dado mi amor,
por eso he vivido en el error
tanto en el lecho como vestida.
Cómo querría una tarde tener
a mi caballero, desnudo, entre los brazos
y que él se considerase feliz
con que sólo le hiciese de almohada,
lo que me deja más encantada
que Floris de Blancaflor:
Yo le dono mi corazón y mi amor,
mi razón, mis ojos y mi vida.
Bello amigo, amable y bueno,
¿cuándo os tendré en mi poder?
¡Podría yacer a vuestro lado un atardecer
y podría daros un beso apasionado!
Sabed que tendría gran deseo
de teneros en el lugar del marido,
con la condición de que me concedierais
hacer todo lo que yo quisiera.
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