RESEÑA DE LAS CARAS DE LA SAL. MARGARITA CAMPOS
Las caras de la sal es un poemario íntimo escrito por Margarita Campos. Mediante una visión escrita en primera persona de las vivencias del ser humano en el contexto social recorre la vida, sus alegrías y penurias. Hay una constante en el libro: el amor. No solo el amor entre dos almas, el amor romántico que impone la idiosincrasia que mamamos desde el momento de nacer, sino el amor que podría o debería ser el referente de las relaciones de todas las personas que habitamos el planeta Tierra.
Las caras de la sal es un grito; educado, pacífico y de gran belleza, del clamor que reina en la esencia de la autora para reivindicar la gran injusticia que representa la existencia actual. La mentira e hipocresía del contacto que mantenemos con los de la misma especie. Margarita Campos no es conformista. Es una mujer inteligente, que ha luchado cada metro ganado a la incomprensión de los que la rodean. Y lo lleva en verso a un libro que exalta las emociones hasta los límites en los que la creadora se siente fuerte y segura. Sus poemas son caricias o bofetadas, según se posicione el que los recibe.
Muchos de los números que sirven de título para cada suspiro que configura la totalidad del libre pensamiento surgen desde el ser en la gestación, antes de ser parido, porque en el ADN están las instrucciones genéticas que marcarán el desarrollo de la personalidad durante el periodo vital de cada uno de los individuos. Muy posiblemente Margarita Campos fue poeta en el vientre materno. Fue vate desde la infancia en la mirada expectante de la niña que quiso que el mundo en el que debía vivir fuera, su mundo; el suyo, no el que los prestidigitadores familiares y, sociales, imponen.
El poema — 001, lo dice:
Soy la loca
que arrasa por las calles
como cola de vestido de novia, los conceptos,
arraso cada predeterminado comportamiento
destruyendo saberes
y conciertos.
Lectores, ¿desean una declaración de intenciones de mayor contundencia? Podemos pedir a la creadora mejor técnica pero no más sublime y sincera expresión.
Mi cuerpo,
vestido de algas azules,
se cubre con rizos traviesos enroscándose en mí…
Quiero sentir
la libertad en mis versos,
libertad aún no escogida
libertad aún no vivida.
Se suceden las noches,
en las que los pasos trémulos, silenciosos,
llenos de suspiros, avanzan por las calles vacías
del laberinto de los pensamientos.
Caminé la vereda
de mis días,
siempre
al comienzo
de los tiempos.
La poeta encuentra en la escritura su voz. Una voz para denunciar el derecho a la libertad, la posibilidad de equivocarse y rectificar. Pero siempre entre sábanas de amor y comprensión; de justicia y derecho. Entiende la existencia como la sucesión de acciones sin cadenas. Reivindica su yo; porque el ser humano es esclavo de los convencionalismos desde que nace, y ella, Margarita Campos fue concebida para marcar diferencias: nunca sumisa por decreto, siempre comprensiva y conciliadora, por naturaleza.
Si contara los caminos que he recorrido,
los recovecos encontrados,
donde se escondió mi cuerpo buscando la ausencia del mundo,
ese mundo que aun siendo el mío,
no reconocía como propio.
Me gusta esta sensación de «deja vu»
que tengo en ciertas ocasiones,
ocasiones en las que el mundo
parece no existir a mi alrededor.
Podría seguir hasta el infinito en el estudio de la poética de esta mujer sincera e idealista. Desgranar los sentimientos profundos que transmite el libro son tarea de psicoanálisis exhaustivo. Es un manantial de poder sensible. Una montaña para escalar con las uñas clavadas en la esencia y no caer al precipicio de lo políticamente correcto. Me declaro admirador del viento que nace en el horizonte por el que la poeta iza las velas de su navío de sueños. Seguro que muchos cumplidos. Otros, escritos en este diario de bitácora para que sirvan de guía a las almas puras que accedan a la lectura de: Las caras de la sal.
Luis María Compés Rebato
18 de Febrero de 2024
